Te apuntas

 Le dices que sí, que claro que te apuntas.

-Cualquier cosa es mejor que quedarme bajo tierra viendo cómo me devoran los gusanos... así que dime, ¿qué puedo hacer por ti?

-Eso es lo que quería escuchar, querido Griflet, pues ese fue tu nombre ¿lo recuerdas?

Te callas, vienen a tu mente imágenes de cien batallas, carreras a caballo, una pesada armadura manchada de sangre, una hermosa dama, y tu pecho ensangrentado del que sale una enorme lanza, alguien grita tu nombre, un aliado, un amigo, también oyes a una mujer hermosa que te llama así. Apartas las imágenes de tu cabeza.

-Sí, así me llamaban.

-Y así te llamaremos... te presento tus dos aliados en esta misión: Minervina, una guerrera disciplinada y feroz en batalla y Denton, el astuto duende experto en espionaje, deberéis confiaros la vida y apoyaros, pues esta incursión es especialmente peligrosa.Vuestro objetivo es traerme el huevo de un ave fénix. Estas aves muy rara vez son vistas, resultan muy escurridizas y además escasean, y conseguir un huevo suyo todavía es más difícil.

-Entonces ¿cómo lo haremos? -pregunta Minervina.

-Bueno, os llevaré al lugar donde sé que hay un fénix empollando tres huevos, solo quiero uno de ellos. El peligro no está en el ave, sino en el lugar.

-¿Está en lo alto de un risco? No sería problema, estoy acostumbrada a escalar.

-No, MInervina, algo bastante peor. El ave ha anidado en algún punto de unas ruinas de un antiguo templo de un siniestro templo olvidado. Hoy día ese templo está habitado por todo tipo de criaturas salvajes, que se sienten allí protegidas de los seres parlantes, pues hay maldiciones, leyendas y tal vez fantasmas y entes que mantienen alejados a cualquier ser racional.

-¿Y allí es donde tenemos que ir?-preguntas tú.

-Eso es, ahora, ¿tenéis más dudas o queréis partir ya?

-¿Cuánto nos pagarás si traemos el huevo? -pregunta el duende, a quien por fin oyes la voz.

-Tres monedas de oro a cada uno, son muy valiosas, ya lo sabes, Denton.

-Lo veo razonable. Por mí podemos partir.